En todo viaje que se precie, siempre se nos quedan en la retina algunos lugares, paisajes, momentos que conservaremos para siempre, años después, cuando recordemos ese viaje de turno, nuestra primera imagen que vendrá a nuestra cabeza será esa...

Si tengo que quedarme con un lugar de la bella Kyoto, ese sin duda es el recinto del santuario sintoísta de Fushimi Inari. Una de las postales más icónicas del viejo Japón.





La familia Hata dedicó este santuario del siglo VIII a los dioses del sake y el arroz. A medida que el papel de la agricultura decayó, los dioses se fueron se fueron orientando a a favorecer la prosperidad en los negocios.







Actualmente, Fushimi Inari, es uno de los santuarios más conocidos de Japón y encabeza la lista de otros 30.000 dedicados al dios Inari repartidos por el país.

El complejo se extiende por las boscosas laderas del Inari-yama. Un sendero recorre 4 km. por la montaña, flanqueado por miles de toriis rojas. También hay docenas de zorros de piedra. El zorro, considerado el mensajero de Inari, dios de la cosecha de arroz y los negocios.





Para los japoneses, el zorro representa un animal sagrado. La llave que suele portar el zorro en su boca simboliza la protección.








La mágica sensación de pasear por el recinto cuando cae la tarde, cuando los cementerios y santuarios en miniatura que hay en el camino adquieren un aire misterioso, es indescriptible.