no hay gobernabilidad (ya que los equivalentes a PP y PSOE (ND y PASOK) no alcanzan para gobernar unidos como una piña siquiera con los 50 escaños que les regala la ley electoral) y el parlamento griego se ha trufado de extremistas: no se refieren tanto a la irrupción del partido neonazi como a que los socialdemócratas han perdido claramente la hegemonía electoral en la izquierda social: Syriza (del Partido de la Izqueirda Europea, como IU) pasa a ser la segunda fuerza política del país con un 16.75% (a poco más de un 2% de haber ganado las elecciones) y junto con el KKE (comunistas, 8.47%) e Izquierda Democrática (6.09%) sumarían más del 31% de votos frente al 13.22% del PASOK. Syriza, además, gana las elecciones en las ciudades (Atenas, Salónica) lo cual suele ser un indicador del inicio de una hegemonía que va más allá de lo electoral.
Anoche, una tertuliana del canal público 24h (en el que no había nadie que no defendiera las políticas de la troika) afirmó sin ruborizarse que “lo más preocupante de Grecia es el buen resultado de la Izquierda Unida esa”.
Si la tertuliada afirma que el resultado de las elecciones griegas es ingobernable debemos entender que hasta ahora era más gobernable. Y ello no deja de ser raro, pues no sólo nos llevan poniendo Grecia como ejemplo de desplome institucional y nos acusaban de buscar la helenización de España cada vez que salíamos a la calle a protestar por sus helenísticos recortes sino que incluso la troika impuso un gobierno de concentración en el que estaban los grandes derrotados de ayer (los socialdemócratas y conservadores) junto con la ultraderecha, que por primera vez desde la dictadura militar estaba en el gobierno griego: la entrada del fascismo en las instituciones griegas no la trajeron ayer las urnas sino la troika hace unos meses. Grecia no será hoy más ingobernable que ayer y de hecho lo que ahora tiene por fin es una alternativa creciente de gobierno al desgobierno decadente: una alternativa de izquierdas que habrá de caminar unida hacia la toma del poder sin mezquindades ni sectarismos pues lo contrario sería otra traición imperdonable a su pueblo.
Si la tertuliada afirma que el resultado de las elecciones griegas llena el Parlamento griego de extremistas debemos entender que la mayoría parlamentaria hasta ayer era moderada y sensata. Así que lo moderado debe de ser aumentar el gasto militar y de material de represión mientras se recorta en pensiones, en función pública, en sanidad, en educación, mientras se reduce el sueldo de toda la población y se deja al país despeñarse con el único objetivo de pagar lo que se debe a los bancos alemanes.
Los mismos que aplauden bobaliconamente a Hollande por decir que la austeridad no debe ser una fatalidad se llevan las manos a la cabeza porque en Grecia se han descalabrado los moderados que convirtieron la austeridad en el yugo que ha machacado a su pueblo. ¿Quién es fanático? ¿Quién desangra a su pueblo imponiendo un dogma contrario al mandato electoral (en octubre de de 2009 casi el 44% de los griegos votaron al PASOK con la misma ilusión de cambio que los franceses votaron ayer a Hollande y los españoles votaron al PSOE en 2008) o quien propone una alternativa que, al menos, no se ha comprobado catastrófica?
Si la evidencia se impusiera a las consignas y al servilismo el análisis del resultado griego debería ser el imponente rechazo del extremismo y el desgobierno al que los dos partidos turnistas han conducido a Grecia, que han perdido 44 puntos de voto entre los dos (30 el PASOK y 14 Nueva Democracia). Pero no: todo lo que sea salirse del carril suicida les da pavor. ¿Cabe mayor fanatismo?
Hugo Martínez Abarca (Kaos en la Red)