CRÓNICAS BÁLTICAS: TALLIN, LA FORTALEZA (DANESA)

septiembre 25, 2019


309 Km. separan Riga de Tallin, la monumental capital estonia, una ruta atestada de tráfico especialmente camiones, por carreteras de doble sentido. El trayecto se hace bastante largo, llegando casi a las 5 horas de viaje, pasando por núcleos urbanos.
Estas buenas gentes ignoran por completo las circunvalaciones y las autovías, en su favor, hay que decir que están en fase de construcción de nuevas autovías, mientras tanto, las interminables rectas de doble sentido, gracias a los voluntariosos conductores se convierten en vías de tres carriles, para eso están los arcenes, te apartas un poco para ser adelantado, basta adaptarse un poquito a la manera de conducir por estos lares.



Y llegamos por fin a Tallin, una ciudad dinámica y atractiva, una maravilla arquitectónica gracias a su impresionante casco histórico (Patrimonio de la Humanidad en 1991) que además de  restaurar los monumentos medievales del casco, la ciudad ha vivido el apogeo de la construcción moderna.

La perspectiva de Tallin desde la colina Toompea, muestra como la ciudad ha aprovechado sus extraordinarios cimientos antiguos. La ciudad apareció en el mapa europeo en 1154 y recibió su nombre actual después de que los daneses la conquistaran en 1219 y levantaran una fortaleza en la colina Toompea. Así que el nombre de Tallin es una abreviación de los términos estonios Taani Linnus (Fortaleza danesa).

Con la llegada de los comerciantes alemanes, Tallin quedó dividida en dos zonas: Ciudad Alta (Toompea) y Ciudad Baja. La ciudad floreció en los siglos XIV y XV en manos de la Liga Hanseática. Lo que vino después es similar a su vecina Letonia: Época en manos zaristas, invasión nazi y ocupación soviética hasta su definitiva emancipación como país en 1991.



El casco antiguo de Tallin es uno de los ejemplos de arquitectura medieval mejor conservados del norte de Europa, gracias a sus serpenteantes calles adoquinadas. Este laberinto fue creciendo en torno al centro de poder de Toompea, en la parte alta. Sus murallas y 46 torres medievales intactas de las que aún se conservan 2 Km. son símbolos destacados de la ciudad.



¿Y que no debemos perdernos de este impresionante casco medieval? Desgranamos algunos imprescindibles:

  • Puerta Viru: Con sus dos torres ligeramente inclinadas, es el principal punto de acceso a la ciudad vieja y una de las imágenes más reconocibles de Tallin.
  • Pasaje de Santa Catalina: Este fascinante pasaje con muros de piedra irregular y cobertura abovedada comunica las calles Vene y Müürihave, actualmente es un bonito rincón donde abundan pequeñas tiendas de artesanía.







  • Monasterio Dominico: Fundado en 1246, fue un destacado centro de enseñanza hasta la reforma luterana.
  • Colina Toompea: La parte más vieja de Tallin, desde su, Puerta-Torre de Pikk Jalg, su castillo barroco, hasta la catedral austera de Santa María Virgen, pasando por la neobizantina de Alexander Nevsky, sus idílicos callejones y sus imprescindibles miradores de Patkuli y Kohtuotsa, todo en este antiguo enclave de origen danés es digno de visita.












  • Iglesia Niguliste: Construída en el siglo XIII y dedicada a San Nicolás, alberga gran parte de las obras medievales más importantes de Estonia, entre ellas, su joya de la corona "Danza Macabra". Un enigmático friso pintado en 1509 por el artista tardomedieval Bernt Notke de 30 m. del que se conservan tan sólo 7 m.
  • Plaza del Ayuntamiento: Centro de la ciudad vieja, donde podemos ver la esbelta torre octogonal de su Casa Consistorial y sus canalones en forma de dragón, sus señoriales edificios y la antigua Farmacia, también hay numerosos restaurantes, terrazas y un mercadillo tradicional. Con precios nada populares, ya sabeis...
  • Olde Hansa: Toda una experiencia medieval a la antigua usanza en esta taberna con mesas y sillas de madera, iluminada con velas, el personal vestido con atuendos tradicionales sirve platos de la época. hasta se puede degustar carne de oso, casi entre tienieblas. ¿Turistada? Sí, y tan ricamente. ¡Mesero! ¡Otra jarra de hidromiel!


















Dejamos atrás la ciudad vieja de Tallin con la sensación de encontrarnos ante un parque temático del medievo, (Más explotado turísticamente que su vecina Riga, donde la comparación es injusta) es posible de que así sea, pero no todos los días se visita semejante parque temático medieval.

Aún nos queda por ofrecer la cara más moderna de Tallin, pero eso será en el siguiente episodio de Crónicas Bálticas.

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