En 1981, en Borg, cerca del centro de la isla de Vestvagoy, el arado de un granjero golpeó de casualidad las ruinas de la vivienda de un poderoso jefe vikingo de la zona. Con sus 83 m. de longitud es el edificio más grande de la época descubierto en Escandinavia. Su estructura parece la de un barco vikingo invertido.
Sobre el terreno, se ha construido el Museo Vikingo Lofotr, ofreciendo un atisbo de la vida en la época vikinga, se pueden recorrer varios kilómetros de sendas sobre las cimas de las verdes colinas, desde la réplica exacta de la casa del jefe de la aldea, hasta el pequeño barco vikingo, amarrado en su antiguo embarcadero.
La visita al interior museo, está plagada de restos y reliquias arqueológicas del asentamiento de la zona y ofrece una visita multimedia e interactiva. Toda una experiencia histórica que compagina interiores y exteriores.
Y así, entre pequeñas rutas senderistas, dejándose llevar por la soledad y la calma, parándose a fotografiar viejas iglesias de madera pintada con chillones colores, rorburs abandonados y disfrutando del paisaje, una nueva y agotadora jornada toca a su fin, llegamos a la localidad de Ballstad, prácticamente en el centro del archipiélago de las Lofoten para pernoctar durante las dos próximas noches.
Es hora de comprobar de primera mano y hacerse a la idea como puede ser habitar en una típica rorbur de pescadores, paladear una cerveza australiana, mientras unos jóvenes skaters que parecen salidos de algún suburbio neoyorkino ejecutan sus filigranas, cenar un buen salmón a la plancha, previamente pescado por mí mismo de su bandeja de plástico en el supermercado local, cosas de la globalización, supongo...
Nuestra ruta continúa, obviamente por las "casi desconocidas" islas Lofoten...seguiremos dando la chapa en próximos posts, ya para Noviembre.