CRÓNICAS BÁLTICAS: TALLIN (II), GENTRIFICACIÓN Y HIPSTERISMO
septiembre 26, 2019Como ya se comentó en el anterior capítulo, no sólo de movidas medievales vive Tallin, aparte de su apabullante casco histórico, la capital estonia vive una transformación urbana y social. Y cómo cualquier ciudad del mundo, la gentrificación hace acto de presencia también por estos lares.
Los barrios de Kalamaja y Rotermanni se han convertido en el Silicon Valley estonio. Tallin es una ciudad boyante, joven y con muchas ganas de progresar, tras quitarse el corsé en el que estuvo embutida durante los años del telón de acero.
Estas dos zonas de pasado industrial y marinero, se han sabido reconvertir aprovechando su identidad, y aplicándolo en el sector de las nuevas tecnologías, la economía colaborativa y el medio ambiente. Artistas urbanos, diseñadores que trabajan en su casa y venden sus producciones, exposiciones de arte, eventos culturales, conciertos, fábricas reconvertidas en centros comerciales hispters, antiguas cárceles rehabilitadas, un antiguo hangar donde se almacena una colección naval, y muchos cafés-restaurantes con diseño cool, son solo algunos de los elementos que caracterizan a estos dos barrios.
El epicentro de todo esto, lo podemos encontrar en Telliskivi Creative City, no es casualidad que el lugar se llame Ciudad Creativa. Es realmente el lugar más creativo de la capital de Estonia. Un antiguo complejo industrial revivido atrae a la multitud que disfruta de las galerías, el arte callejero y las compras en los mercadillos y las tiendas de diseño.
Mientras uno bebe una cerveza artesanal en uno de los muchos cafés de Telliskivi, le parecerá casi surrealista que a principios del siglo XXI no hubiera bicicletas o pequeñas tiendas vintage. Detrás de un gran muro había un lugar que no le interesaba a ningún moderno: Grandes fábricas industriales, donde se reparaban trenes. Sin embargo, el viejo ambiente industrial se mantiene en todos los rincones del lugar. Esa es probablemente la razón por la que es tan popular hoy en día.
En definitiva, una oda a la cultura de la gentrificación y la regeneración urbana. Se mantienen elementos arquitectónicos tradicionales, en contraste con edificios modernos de jóvenes arquitectos, lo que atrae el turismo, y lo descentraliza también de las calles del casco histórico de la ciudad.
Una nueva forma de atraer nuevos visitantes y otra forma de turismo, con sus claroscuros pero que genera mucho debate acerca de este modelo, que hoy en día se hace más que patente en la vieja capital de Estonia.
Dejamos atrás Tallin, fascinados con su mezcolanza de tradición y modernidad para dirigirnos a la Estonia más natural y auténtica.
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