EL RENACIDO: IÑÁRRITU Y EL ONANISMO CINEMATOGRÁFICO

febrero 12, 2016

EL RENACIDO
Título original: The revenant
Director: Alejandro González Iñárritu
Duración: 156 min.
Intérpretes principales: Leonardo DiCaprio, Tom Hardy, Domhnall Gleeson, Will Poulter, Forrest Goodluck, Paul Anderson, Kristoffer Joner, Joshua Burge, Duane Howard
Sinopsis: Año 1823. En las profundidades de la América salvaje, el explorador Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) participa junto a su hijo mestizo Hawk en una expedición de tramperos que recolecta pieles. Glass resulta gravemente herido por el ataque de un oso y es abandonado a su suerte por un traicionero miembro de su equipo, John Fitzgerald (Tom Hardy). Con la fuerza de voluntad como su única arma, Glass deberá enfrentarse a un territorio hostil, a un invierno brutal y a la guerra constante entre las tribus de nativos americanos, en una búsqueda implacable para conseguir vengarse. 
























Señoras y señores, Iñárritu volvió a sacarse la chorra para mearse sobre nuestras cabezas, y digo, se meó sobre muestras cabezas, porque él está allí arriba, levitando sobre nosotros, con una sonrisa de autosuficencia, irradiando divinidad cinematográfica de autor autocomplaciente, está por encima del Bien y del Mal. Si os quedais un momento en silencio, puede que escuchéis el ego del mexicano creciendo y pidiendo más premios y alabanzas de la crítica internacional...

Lo cierto es que tenía ciertas reticencias de ver esta pelicula, en cierto modo, me la quería quitar de encima para opinar consecuentemente, los primeros dos minutos me hacían temerme lo peor, ¿Es posible que me encontrara ante una especie de película a lo Terrence Malick? Afortunadamente, después de otro par de minutos se disipan esas dudas, con ese memorable plano secuencia con el que arranca la cinta.

Centrándonos en los aspectos técnicos del film, la película de Iñárritu roza la perfección: Esos virtuosos planos secuencia, esa fotografía prodigiosa nutriéndose de la luz natural y del fuego, ese diseño de producción de tan bella factura. Las localizaciones enclavadas en Alaska, Canadá y la Patagonia argentina son espectaculares y evocadoras. 





Iñárritu en esta ocasión pone todo su talento cinematográfico al servicio de la técnica para hacerlo arte, el lirismo de sus imágenes contrasta con otras escenas de una realista crudeza y violencia inusitada, visualmente es apabullante, a pesar de que el director mexicano peque excesivamente de intensidad. Especialmente en sus secuencias oníricas que tanto odio en el cine. De todas maneras, es indudable que la película va a recolectar numerosos premios en las categorías técnicas.



Centrándonos en la historia y su exiguo guión, es más bien sencillo, nos encontramos ante un híbrido de película de supervivencia y venganza, no puedo evitar comparaciones con otras películas como: Bailando con lobos, Hacia rutas salvajes, incluso El pianista de Roman Polanski.

Y por supuesto tenemos que hablar de Leonardo DiCaprio y su consabida ansia de lograr un Oscar, un asunto que ya es de interés global. El bueno de Leo, nunca mejor dicho, en esta ocasión se arrastra literalmente para lograr su anhelado premio.

La interpretación de Leo en esta película brilla más por lo que calla, siente y padece que por lo que habla, el espectador empatiza con el dolor y sufrimiento del taciturno personaje. Nos aventuramos a pronosticar que en esta ocasión (Y todo parece indicar a ello)  logrará alzarse con el Oscar al mejor actor principal, así lo deseamos y por fin podamos zanjar el asunto de una vez por todas.

De todas maneras, este papel no es el mejor de la  filmografía de Leonardo DiCaprio, aunque este año no parece tener rivales. No debemos olvidarnos tampoco del excelente papel que hace Tom Hardy como su némesis en el film. La osa tampoco lo hace nada mal...



Volviendo a Iñárritu, que opta al Oscar como mejor director y película, me muestro expectante si será capaz de alcanzar el hito de ganar dos años consecutivos en las categorías principales. No sé si la Humanidad estaría preparada para soportar el gigantesco ego del director mexicano...

Mientras tanto, Iñárritu, en estos momentos, debe de estar viendo su película por 34ª vez, mientras se toquetea sus genitales, porque se ama a sí mismo....




PUNTUACIÓN LMD:










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