La derecha arrebata a Marx la lucha de clases

mayo 14, 2013




Alfredo Pérez Rubalcaba envió a la taurina hora de las seis de la tarde una propuesta de Pacto de Estado tal como había prometido en el debate parlamentario del pasado miércoles.
Rubalcaba es consciente de las escasas posibilidades de aceptación de una oferta que el mismo calificó de difícil aunque estima que necesaria.
Es en efecto necesaria para no tirar por el desagüe las conquistas ciudadanas pero el Gobierno la mira con condescendencia, quizás con lástima.
La observa como un intento a la desesperada de la izquierda mayoritaria, la única que tiene posibilidades de gobernar, digan lo que digan sobre el fin del bipartidismo.
Conviene tener claro que Mariano Rajoy, como los colegas de la derecha europea, no están por el pacto social, sino todo lo contrario.
Rajoy y sus colegas son los últimos discípulos de Carlos Marx de quien han asumido la lucha de clases, arrebatándosela sin pudor a la izquierda.
Son alumnos aventajados y muy crecidos ante una izquierda que se agarra a un pacto que nunca llegará. ¿Para qué queremos pactar si tenemos la mayoría absoluta en el parlamento y en la mayor parte de las comunidades autónomas y ayuntamientos; los trabajadores acongojados; los sindicatos en caída libre; y dominamos los medios de comunicación por los que se informa la inmensa mayoría de los españoles.
La crisis les ha proporcionado una oportunidad histórica de recuperar un mundo que han dominado durante siglos.
Un nuevo orden en el que tuvieron que ir cediendo posiciones hasta extremos que solo ahora, cuando se está derrumbando, podemos percibir hasta que punto era una conquista histórica, una democracia de cierta calidad.
Un orden social que la derecha daba por perdido si Dios no hacia un milagro y la izquierda por adquirido para siempre. Pero el milagro se produjo.
El Pacto de Estado que era una petición reiterada de la derecha cuando gobernaba el PSOE se ha convertido ahora o bien en motivo de irrisión o, cuando lo pide el Rey, en algo subversivo, en una intromisión inadmisible. En un intolerable “borboneo”.
Cuando es lo menos que puede pedir el jefe del Estado en el cumplimiento de su función de moderar las instituciones y aconsejar, más allá de las posiciones partidarias, lo más conveniente para el país.
Observaba yo el pasado miércoles la intervención del dirigente de la Izquierda Plural Cayo Lara esforzándose en convencer a Rajoy de lo que estaba ocurriendo, con un riguroso análisis marxista; de las razones de la izquierda, una actitud pedagógica, una prédica que los marxistas comparten con la Iglesia.
Y me pareció ver un atisbo de ternura en el rostro del presidente. Como si dijera. “Si estoy de acuerdo contigo, amigo Cayo, pero eso es justamente lo que queremos”.
La derecha ha asumido la lucha de clases y la está ganando.

José García Abad es periodista y analista político

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