Mijas, cobijado en lo alto de un cerro, entre pinos y huertecitas cuquis, vive del turismo a juzgar por la cantidad de tiendas de souvenirs y artesanías varias que adornan sus fachadas con sombreros mexicanos, sombreros cordobeses, ponchos peruanos, trajes de flamenca, panderetas y banderillas. También abundan las tabernas típicas decoradas con motivos agrícolas y banderines. Y por supuesto sus famosos "burro-taxis". Todo ello, claramente orientado para ese turismo que atesta sus calles durante el día y deja una estampa más calmada y auténtica al caer la noche.







A pesar de todo eso, Mijas se esmera por conservar la estampa algo relamida y sobreactuada del pueblo auténtico andaluz, con mucho adorno, mucha pared impoluta y mucha maceta floreada. En Mijas uno de cada tres residentes es extranjero venido de cualquiera de los cinco continentes ¿Qué tiene Mijas que atrae a tanta gente? Tres cosas estupendas en pocos kilómetros: Temperaturas agradables todo el año, montaña a tiro de piedra y playa para quien le guste. Lo cual, no es mi caso.