La última vez que pisé el Zoo de Madrid tendría como 8 años, fué en la típica excursión del colegio. Pues bien, este pasado Sábado volví con motivo de la visita de mi sobrina y la experiencia fué agridulce, por un lado fué un viaje nostálgico hacia a mi infancia y por el otro una sensación algo perturbadora, al cruzar las puertas del vetusto recinto, regresaron a mi mente los recuerdos de aquella visita 24 años atrás.

Por otra parte, no me gustó ver a todos aquellos animales encerrados, tristes algunos y resignados otros, mendigando por la comida de los visitantes al recinto.

No sé, quizás sean gilipolleces mías, pero ví tristeza y alienación en las miradas de los animales e intenté plasmarlo con mi cámara. Fotografiar y ser fiel con lo que estaba viendo.

(Seguramente con esta premisa, Pedro J. Ramírez no me contrataría para ser fotógrafo en su panfleto)