CRÓNICAS BALCÁNICAS: MOSTAR, PUENTE (CONVULSO) DE CULTURAS

noviembre 04, 2016

Mostar con sus 120.000 habitantes es la capital del cantón de Herzegovina, encuadrada entre colinas a ambos lados del río Neretva, aún sigue lamiéndose sus relativamente recientes heridas, nuestra primera imagen al entrar en la pequeña ciudad es la impronta de los edificios tiroteados y bombardeados, algunos siguen en pie a duras penas y otros siguen poco a poco en fase de reconstrucción.

Es imposible abstraerse nuevamente de uno de las guerras civiles más crueles vividas en Europa, por estas tierras no quieren olvidar ni pueden olvidar, nos lo recuerdan constantemente las fachadas y cementerios improvisados en el centro de la ciudad.





Pero Mostar mira hacia adelante principalmente gracias al turismo que acude por varios motivos: Disfrutar del llamado Barrio del Puente Viejo (Patrimonio de la Humanidad), la hospitalidad de sus gentes sencillas, su gastronomía de inequívocas influencias otomana y vamos a decirlo así: El morbo de visitar una ciudad que fue azotada brutalmente durante la guerra de los Balcanes. A pesar de todo eso, sigue formando parte de su historia. Y es algo de lo que también viven y nos recuerdan al visitante constantemente.










Sin ningún temor a equivocarme, el gran símbolo de Mostar es su icónico puente, el Stari most (Puente viejo) y aquí tiro de wikipedia:

El puente, que data del siglo XVI, siempre ha sido considerado como un símbolo de la época otomana de Bosnia y Herzegovina.  Lo flanquean dos torres, la Torre Halebija y la Torre Tara, añadidas en el siglo XVII. Fue volado durante la guerra de Bosnia el 9 de noviembre de 1993 a las 10:15 . Slobodan Praljak, el comandante de Consejo Croata de Defensa, fue juzgado por el TPIY por ordenar su destrucción, así como por otros cargos.2 Se convirtió así en un símbolo del conflicto que entre 1992 y 1995 dejó más de 200.000 muertos.

Con la llegada de la paz se iniciaron los trabajos de reconstrucción, bajo la colaboración de la Unesco y de organizaciones de rescate del Patrimonio de la Humanidad. Un largo trabajo, que se prolongó durante años, llevó a levantar según los antiguos métodos y tradiciones el nuevo puente y sus edificios aledaños. El 23 de julio de 2004 se inauguró el antiguo puente construido por los arquitectos turcos 500 años antes. Es un símbolo muy importante de la reconciliación nacional en Bosnia y Herzegovina. Desde el fin de la guerra hasta el comienzo de las obras de reconstrucción ambos lados de la ciudad permanecieron unidos gracias a un puente provisional construído por ingenieros militares españoles destinados en Bosnia y Herzegovina como parte de la misión de paz de la ONU.

Bazar de Kujundziluk







Alejándonos un poco del barrio viejo de Mostar y su transitado y colorido Bazar de Kujundziluk, es donde nos encontramos con los signos más evidentes de los estragos del conflicto bélico, principalmente en la zona de la Plaza Spanski y calles adyacentes, donde podemos ver "improvisados cementerios" en lo que antes eran bucólicos parques. En la castigada zona del bulevar es donde se establece una frontera entre los ciudadanos de Mostar, imperceptible para el visitante. Basta echar un rápido vistazo para ver las mezquitas a un lado y las iglesias al otro, es sencillo ver las fechas de las lápidas, empezar a hacer cuentas para ser consciente del horror vivido y hacerse la idea de la magnitud del conflicto.

 Por si aún no hemos tenido suficiente información (o morbo) podemos pasarnos por la Torre Tara (y antiguo polvorín) en un margen del puente para ver una exposición fotográfica sobre la guerra en Mostar, la exposición es del neozelandés Wade Goddard, uno de los fotoperiodistas que mejor reflejaron la Guerra de los Balcanes. Justo en el otro lado del puente, en una libería, por el módico precio de un euro, se puede visualizar un pequeño documental sobre la historia del Puente de Mostar con imágenes sobre su destrucción y posterior reconstrucción. Muy emotivo la verdad sea dicha. 

Mezquita Koski Mehmed Pasha desde el puente


Torre Tara







Dejando de lado (de momento) la guerra y sus consecuencias, nos dejamos llevar por el halo casi mitológico que desprende la pequeña ciudad de Mostar, paseamos por las calles empedradas y tomamos cerveza con unos de los platos típicos de Bosnia-Herzegovina, los famosos cevapcicis.



Antiguo puente (Kriva Ćuprija)




En ambas orillas del río Neretva, dos hitos nos recuerdan que no olvidemos lo que aquí pasó en 1993



Dejamos Mostar atrás, una ciudad pequeña y manejable, cargada de intensas emociones y de convulsa historia, una ciudad donde conviven distintas culturas y religiones que intentan perdonar pero nunca olvidar. Dos comunidades (croatas católicos y bosnios musulmanes) que siguen fuertemente divididas. Demasiado difícil aún, seamos sinceros.

PRÓXIMA PARADA: Monasterio de Blagaj

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