LA NOCHE MÁS OSCURA

enero 07, 2013





Después de haber engordado los cuatro kilos de media que suelen tocar por cabeza en estas fechas, e incluso algún par más de algún despistado. Después de haber despedido el último sábado del año con dignidad y después de haber disfrutado de una Nochevieja en cama marcada por los estornudos y el pago de imprudencias llegó: "La noche más oscura".

Y es que es lo único que me apetecía hacer con este lamentable estado de salud era arrastrarme hasta el cine a ver una de buenos y malos, pero sin llegar a la dejadez de mi vecina de butaca. Aún (gracias Dior mio) no he entrado en la desidia de ira al cine en CHÁNDAL. Y eso que tengo uno precioso... Pero eso jamás, con la nariz roja puede, pero en chándal NUNCA. Y eso que la peli era propicia para acomodarse en la butaca a comer palomitas y disfrutar, pero sin necesidad de la bata manta o el atuendo deportivo...

"La noche más oscura" la última película de la oscarizada Kathryn Bigelow, trata sobre la historia de la captura de Bin Laden. O sea el enemigo público número uno. No diré que me hayan convencido de que la historia real fuese esa, que una es muy amiga de las grandes conspiraciones, pero la peli tampoco lo pretende. De hecho sorprende que para ser un metraje de buenos buenísimos que tratan de atrapar a los malos malísimos se aleja bastante del fanático patriotismo que me esperaba. Es correcta y certera. Y sí lo es en la narración, bastante lógica, de como fue el proceso de captura, no dejando pasar por alto ciertos elementos casuales y chapuceros, no entiendo yo que los señores de la CIA se lleven las manos a la cabeza, argumentando que "lo de las torturas no fue así". 


Creánme, nada que la prensa real no nos haya mostrado ya. Lo que menos se plantea uno visionando la película es que lo de las torturas no sea cierto. Particularmente me llama más la atención el sentimiento de venganza irracional que hace que se vulneren leyes internacionales; que un país "invada" a otro con helicópteros espías, que rapten un cadáver y que a estas alturas a toda la Comunidad Internacional nos parezca bien.

Pues qué quieren, me interesa la segunda parte de esta historia, en la que se acaba con el malo malísimo, y donde todo sigue igual... por lo menos mis frasquitos para el champú en mi equipaje de mano sigue siendo del mismo tamaño, y los amigos norteamericanos mandan más que nunca a sus niños con mochilas antibalas a clase. 
Oigan, ¿seguro que el malo era este señor con barba?



Puntuación:



Esther Kitkate.

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