La segunda jornada del festival itinerante la pasamos íntegra en la sala Caracol, curiosamente la primera vez que visitaba, la cosa tiene delito teniendo en cuenta que ha estado todos estos años a tiro de piedra de mi antiguo hogar, en el corazón del barrio de Arganzuela.




Abría la velada la cantautora folkie Marissa Nadler, una mujer, una guitarra y su voz, tan solo eso y apenas unas 30 personas de público que la soportamos durante 45 minutos.



Y según vino, se fué, cumplió el trámite y se largó.....sin decir ni mú, ni un - Hello Madrid!- ni un - Thank you so much, goodbye - Vaya una tía pestosa!!

Y encima la tía desconfiada, porque se subió el bolso y el abrigo al escenario, quizás pensaba que se lo iban a quitar los pipas en el backstage.






Tras la languidez de Marissa todos esperabamos la contudencia hardcore de la banda catalana Standstill. La sorpresa llegó cuando salieron sólo Enric Montefusco y Ricky Falkner pertrechados con sendas guitarras españolas, bueno, pues nada, se trataba de un concierto especial en acústico.



La cosa no pudo salir mejor, la voz de Enric es aplastante (según comentaba un asistente de al lado)


Buen concierto, y tremenda versión desenchufada de "1,2,3 Sol" aunque es mejor verlos con la banda al completo, con sus guitarras eléctricas y batería.

Pero en mi opinión, en estos conciertos acústicos es donde se demuestra y se valora el talento de los músicos que se ganan el pan ofreciendo conciertos al público y no robando a la gente y viviendo del cuento como los sinvergüenzas de Loquillo, Rosario Flores, Ramoncín y demás chusma que pretende hacernos creer que la música se va acabar si nos descargamos mp3ses.


A la tercera va la vencida y A place to bury strangers no iban a ofrecer un acústico ni mucho menos.

Se hizo la oscuridad, apareció la niebla y el ruido furioso, guitarras desquiciadas y baterías aceleradas se hizo dueña de la sala Caracol.

Tremendo concierto el de la banda de Brooklyn. Así se supone que es como debería de sonar el shoegaze del siglo XXI, las influencias son claras: My bloody Valentine y The Jesus and Mary Chain.

Daba igual desde el punto de la sala donde te pusieras, no se veía absolutamente nada por el humo del escenario (a drede) solo se veian sombras retorciéndose con las guitarras y la figura difusa del batería la fondo. Si se hubiesen sacado la pitorra fuera no nos hubiesemos dado cuenta.