NO TE VAYAS DE NAVARRA: OLITE Y BÁRDENAS REALES

junio 11, 2016

Ya va siendo hora de de cerrar la serie de reportajes de nuestra ruta por las tierras de Navarra, con la décima entrega, damos por finalizada nuestra serie: No te vayas de Navarra (Y Aquitania)


Si por un casual, el viajero ajeno a una información previa sobre la villa de Olite y que de repente se tope con tan impresionante castillo en esta localidad de escasos 4.000 habitantes, se llevará una grata sorpresa, quizá un comienzo de síndrome de Stendhal, ya que el correctamente llamado Palacio Real de Olite, impresiona por su grandeza y por su belleza, un castillo irreal, como sacado de una película de princesas Disney.




"No hay rey que tenga palacio ni castillo más hermoso, ni de más estancias doradas" escribió un viajero alemán del siglo XV y que precisamente ignoraba previamente la existencia previa del castillo. Con sus interminables almenas, sus paseos de ronda, torres rematadas en negros y brillantes pináculos de  pizarra, con sus ventanas nervadas y sus vidrieras de brillantes colores, el castillo de Olite le parece más al viajero de turno, una visión celestial que cosa terrenal.





El castillo-palacio de Olite es una de las obras más representativas y queridas de Navarra, se edificó en el siglo XIII sobre muros romanos, después de su máximo esplendor, cuando Navarra se unió a la Corona de Castilla, ya no había reyes que habitaran él. Dos incendios y posteriores saqueos lo dejaron irreconocible.





El Castillo Viejo, es actualmente un parador nacional, el Castillo Nuevo, que ocupa todo el reportaje fotográfico, con sus quince torres, todas diferentes, llama poderosamente la atención. Sobresalen la torre del Homenaje, la Atalaya, la de las Tres Coronas, la de los Cuatro Vientos y la torre circular del Vigía.








Fue sin duda un castillo impresionante, entre las curiosas dependencias que tenían los reyes (leonera, palomar, pajarera,baños) destaca una nevera construída en piedra en forma de huevo que servía para almacenar el hielo.

En una de las dependencias del castillo podemos ver a través de fotografías de principios del siglo XX el estado ruinoso de la edificación, entonces es cuando nos damos cuenta de la pequeña impostura del Palacio Real de Olite, está prácticamente reconstruído fielmente en su totalidad, lo cual no desmerece en absoluto su belleza.









Y nuestra última cita con Navarra nos lleva al paisaje marciano de las Bárdenas Reales, un atípico desierto en pleno norte de la península, un cachito del Sáhara en constante cambio por la erosión que nos hace imaginar numerosos escenarios de películas y series.






Las Bárdenas Reales, surcadas por caminos polvorientos, nos sugiere adentrarnos en ellas con un buen mapa de la zona o hacer la ruta circular. Las Bárdenas son 415 km. cuadrados de espectaculares paisajes agrestes. En el centro, nos encontramos con las Bárdenas Blancas, llamadas así por la cantidad de elementos salinos y yesos que hay en el lugar.





En el sur nos toparemos con la Bárdena Negra, más parecida a los Monegros, compuesta por arcillas rojas y calizas. Es aquí donde la caprichosa naturaleza más nos impacta, es un territorio de fortísima erosión que consigue cambiantes escenarios con sus cabezos, cerros y barrancos acentuados por el cierzo invernal, lluvias torrenciales y el bochorno veraniego.












Y así, tras este brutal cambio de paisaje y clima en apenas 100 km. si comparamos el verde Valle de Baztán con el desierto de las Bárdenas Reales, dejamos atrás Navarra y cerramos nuestro viaje. Una región que aunque suene a topicazo, es realmente de grandes contrastes.

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