Elíades Ochoa
julio 29, 2009
La sala Clamores es una de las pocas salas míticas que aún siguen funcionando con todo su añejo esplendor en la árida escena musical madrileña, la vetusta sala sigue conservando su austera y sobria decoración de viejos años y por ella han pasado cantidad de buenos músicos.
Y anoche no era una excepción: el cubano Elíades Ochoa tocaba por segunda noche consecutiva en la sala y no me podía perder la ocasión de ver a un grande la música cubana, superviviente de una generación de músicos cubanos irrepetible como la que reunió Ry Cooder en la soberbia Buenavista Social Club.
Acompañado de una gran banda de músicos compatriotas suyos, formada por un guitarra, un percusionista, un contrabajista, un teclista, dos trompetistas y un encargado de las maracas, Eliades Ochoa tuvo el colchón necesario para hacer un gran concierto.
Y así sonaron durante más de horas canciones como: Chan - chan, Píntate los labios María, Estoy como nunca, la habitación de Tula, Guantamera, El carretero y Comandante Che Guevara.....entre muchas otras.
Elíades enorme entre canción y canción, contando anécdotas y chascarrillos varios, cercano con la gente, gracioso y trascendental a la par.
Porque como según dijo él: Esto no es un concierto, aquí estamos en familia, y como tal, esta reunión familiar en compañía de todos se puede alargar....
Poco antes de llegar la 1 de la madrugada nos mandó a todos para casa, porque teníamos que trabajar al día siguiente y el aún estaba con el horario cubano.
Gran concierto de Elíades, y mejor persona.
(Cuando tenga tiempo, os iré subiendo vídeos del concierto durante el día)
1 Comments
Eliades Ochoa regala sus viejos himnos cubanos
ResponderEliminarEl veterano guitarrista y el Grupo Patria lucen sus dotes para el son
Álvaro Cortina | Madrid
Actualizado miércoles 29/07/2009 03:39 horasDisminuye el tamaño del texto Aumenta el tamaño del texto
A Eliades Ochoa el sombrero ya le vino dado desde el principio. Medía por entonces poco más que su guitarra y pedía monedas por las barriadas de Santiago de Cuba. Esto era antes incluso del zafarrancho de Fidel, y ahora queda como un resquicio de biografía que es historia. Ochoa va por el mundo como un trozo de viejo acontecimiento y vieja música, con estos honores lo recibieron en la Sala Clamores.
Hace ya mucho que no pasa el sombrero, ahora lo lleva encima, un sombrero de tejano negro. “Estamos en un encuentro con la familia. Esto no es un concierto”, dijo el clásico, privilegiando la calidad de la cercanía.
El escenario se llenó de cubanos. El bajo, el piano, la clave cubana, la guitarra, las maracas y las voces, la percusión componen el Grupo Patria (antes Cuarteto) y, con el sombrero tejano del protagonista aquello fue un camarote inasequible y rumbón. Pero, sí, muy familiar también, muy cercano.
'Ay, papacito', 'Estoy como nunca' (de su último disco hasta la fecha), el 'Chan-chan' del desaparecido Compay, 'Candela', 'Mi china', 'Llora mi nena', 'Caminito de Zaza', 'El carretero' (tema predilecto de Ochoa), 'Píntate los labios, María' y hasta 'Guatanamera'. Esto demarca la línea de su paseo, que es un camino de himnos.
Guaracha, bolero y grito de trompetas a un tiempo. Pintan una banda sonora melosa con ese son montuno a todo aquel colorismo desastrado que muestran las fotos de la Habana.
“Yo trabajo sin descanso/para poderme casar/ y si lo llego a lograr/ seré un guajiro dichoso”, esto canta en 'El carretero'. Tema que ya se le vio en la inevitable 'Buena Vista Social Club', que fue para Compay Segundo, Ferrer y el propio Ochoa la película inesperada y el clímax oportuno que fue para Bebo Valdés 'Calle 54'. Wenders y Trueba rescataron del localismo a aquellos ancianos universales.
Habló el cantante del sombrero de su Cuba como de una “isla musical”. Se puede traer a colación aquella frase de Orson Welles en 'El tercer hombre' sobre Italia y Suiza. La turbulencia de la primera trajo gran arte, el bienestar de Suiza el reloj de cuco. Cuba ha hecho de todos sus desgarros y de su desasistencia una vívida amalgama creativa. .
Compenetración sin fisuras
Eliades Ochoa y el Grupo Patria hicieron de la Sala Clamores una isla musical más. Y así que la clientela, contagiada, pasó al baile (algunos no sabían los pasos pero se apretaban mucho). Son muchas generaciones de músicos, y esa presencia es una presencia de ancestros, o sea, de sangres, de hemoglobina, de herencia. Porque si la música, como dicen los folclóricos, se lleva en la sangre, también obedecerá a las leyes de la genética. La banda tuvo una compenetración sin fisuras, medida y sabia.
Todo Cuba y su tradición de trova (generaciones, hemoglobinas) estuvo en Madrid presidido por un sombrero negro de tejano. Estaba intacta a pesar de la tentativa de Grammy, a pesar del renombre, del éxito. Ochoa dedica íntegramente las escalas de su guitarra (y ahora ya es más grande que el instrumento) a la alegría hondas e ingenua del guajiro desarrapado y a las creaciones del cafetal.
Lo dijo José Martí (a quien el Grupo Patria homenajeó con su nombre, sacado del periódico del poeta): “Yo soy un hombre sincero/ de donde crece la palma. /Y antes de morirme quiero/ echar mis versos del alma”. Fue un espectáculo de autenticidad, una inspirada artesanía bien correspondida por el público.
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/07/29/cultura/1248831587
Kitkate