Miradas de una revolución

diciembre 12, 2008

Las "Miradas reveladoras" de los fotógrafos cubanos y españoles que estuvieron presentes en el inicio y temprano desarrollo de la revolución cubana se han reunido en una exposición que se abre hoy en la Escuela de Fotografía Centro de Imagen (EFTI).



En "La revolucioncita", como la denominaron algunos al principio, estuvieron presentes grandes periodistas como el español Enrique Meneses, primero que logró una exclusiva mundial cuando subió a Sierra Maestra y convivió con los rebeldes que encabezaba Fidel Castro y que pasó por las cárceles de Fulgencio Batista antes de ser expulsado del país.



También Alberto Díaz Gutiérrez, Korda, autor de la mítica foto "El guerrillero heroico", que tomó el 5 de marzo de 1960 en La Habana, cuando Ernesto Guevara participaba en el cortejo fúnebre de los caídos en el sabotaje del barco "Le Coubre". Un icono sinónimo de protesta social que ha trascendido en el tiempo quizás como la foto más reproducida de la historia.



Cada una de las imágenes, "como retratos en sombra, como gritos de niebla e incertidumbre de futuro, son capítulos y subcapítulos de una misma cosa; son fotos que han dejado de pertenecer a sus autores para pasar a pertenecernos a todos; destellos efímeros y permanentes de la Revolución con la que se inspiraron y con la que inspiraron".



Son miradas reveladoras proyectadas en el tiempo, que resplandecen de nuevo. Recuerdos de los que ya no están, como Vilma Espín, esposa de Raúl Castro, fallecida el año pasado, que quedará para siempre con la flor blanca en el pelo recién arrancada de Sierra Maestra, cuando la retrató Meneses.



Fuente: EFE

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1 Comments

  1. Sobre la Memoria Historica:

    Guerra Civil: exhumaciones y también... abandonos de cuerpos

    Hay quienes, bajo el manto de la memoria histórica, mero disfraz, desentierran cuerpos y abandonan restos humanos en condiciones inaceptables al ver que no son del bando deseado.

    Las excavaciones en el cementerio de Singra encontraron no a 12 republicanos sino a 36 militares que por sus correajes eran de ambos bandos.

    Leía atónito el 9 de diciembre en el diario El Mundo que en el municipio turolense de Singra -de tan solo cien habitantes- los restos mortales de 36 españoles muertos en la Guerra Civil esperaban –para desesperación del buen alcalde- un enterramiento digno.

    Una asociación para la recuperación de la memoria histórica (Asociación Pozos de Caudé) solicitó y obtuvo permiso para abrir una fosa común en busca de 12 republicanos de la corporación municipal de Calamocha fusilados por los alzados.

    Pero todo el gozo de la, en principio humanitaria asociación, se quedó en un pozo cuando no hallaron a los doce republicanos buscados pero sí a 36 militares que por sus correajes y aparejos eran de ¡ambos bandos!. El descubrimiento de la asociación ya no era útil para la propaganda política de algunos y los restos de esos 36 españoles fueron depositados en condiciones poco dignas en cajas de cartón en dependencias municipales –parece que antiguas escuelas- del Ayuntamiento de Singra.

    Los meses pasaron y la lógica incomodidad del alcalde de 99 habitantes por convertirse en custodio de tan desagradable tesoro se tornó en impaciencia al comprobar que la asociación desenterradora se hacía la remolona a la hora de costear las cajas homologadas para dar una decente sepultura a los restos de los 36 jóvenes compatriotas de ambos bandos de la contienda.

    Es curiosos como una asociación que pretende rescatar la memoria histórica y busca los huesos yacentes de unos españoles fusilados para darles su correspondiente homenaje, olvida repentinamente su inspiración humanitaria, y se desentiende de los restos de otros españoles como si de huesos de vaca se tratasen.

    Nota: Articulo extraido de elsemanaldigital.com

    Campillo

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